En algún momento de nuestras vidas, las personas nos cuestionamos si Dios existe y si tiene un plan para nosotros. Preguntas como: ¿Tiene sentido la vida?
¿A Dios le importa lo que me sucede? o ¿Qué pasa después de la muerte? Son planteamientos realmente importantes.
Hoy tenemos una gama de religiones y filosofías que reclaman tener la verdad. Pero solamente la Santa Biblia demuestra con amplitud responder a todas las necesidades del ser humano.
Lo trascendente de la Palabra de Dios es que presenta como prioritaria nuestra necesidad de salvación.
¿Qué es la salvación? Es el acto soberano de Dios en el que otorga el perdón por los pecados de una persona y le regala la vida eterna.
Según las Sagradas Escrituras somos salvos de la condenación eterna en el infierno.
En el mundo occidental tenemos una somera información acerca del Señor Jesucristo… y Él es el centro de este proceso de salvación.
En Génesis 3:6, 7 encontramos que Eva y Adán pecaron al comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Es un evento grave, pues Dios prohíbe todo aquello que nos puede hacer daño espiritual y material.
También en Génesis 49:18 observamos que la salvación llega a ser un evento esperado. Las circunstancias de la vida, las pérdidas y los problemas más diversos nos recuerdan que realmente necesitamos el perdón y la reconciliación con Dios.
Lucas 1:77 registra que Dios, en Cristo, da conocimiento de salvación a su pueblo. Pero esta salvación no sólo es necesaria para los judíos, receptores originales de la Biblia, sino que todas las naciones y todas las generaciones podemos ser bendecidas con el maravilloso perdón de Dios.
En Lucas 2:30, el anciano Simeón, al tener en sus brazos a Jesús, que era un bebé, expresó “porque han visto mis ojos tu salvación.” De este texto podemos aprender que cada persona necesita encontrarse con el Señor Jesucristo y disfrutar de la salvación, que se originó en la Cruz del Calvario.
Estimado lector: Esperamos que esta introducción al Evangelio despierte en Usted la necesidad de acercarse a Dios. Pida perdón por sus pecados y ponga confiadamente, su vida en las Manos de Él. Acuda a una iglesia cristiana evangélica, ahí le pueden recibir, orientar y enseñar más sobre la Palabra del Señor.
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